Pátzcuaro es un pueblo icónico de Michoacán. Se encuentra junto a un lago, del cuál toma su nombre. El orígen de la palabra es ambiguo y se llegan a atribuír distintos orígenes como lo es: “Pashcuaro” significando “en donde tiñen de negro”; “Petatzecuaro” o “lugar de cimientos” entre otros. Es un sitio que se remonta al gran imperio Purépecha ya sido testigo de las innumerables batallas del tiempo en distintos periodos en la histria de México.
Hace unos días visité Pátzcuaro, hice chaperón a una pareja de amigos que iba en un viaje rápido. Un domingo por la tarde. El viaje despertó en mí muchos recuerdos y una cierta nostalgia. Pátzcuaro es un pueblo que conozco de muchos paseos en solitario y de muchos otros en compañía, como ahora. Muchas veces he caminado por sus estrechas calles empedradas, pero esta caminata a la luz de la tarde y la amistad despierta en mí la impotencia sorda ante el paso del tiempo.
La sutileza de tantos recuerdos recientes, tantos pueblos parecidos en un viaje de meses. Ahora de pie; en un pueblo representativo de mi cultura y mis raíces, de la historia que conozco, emergen recuerdos de otros estadios, de otras alturas y de sonidos distintos para decirme que somos iguales, pero de otro modo. Los chiles, los frijoles y el maíz huelen siempre con los mismos colores.
