martes, 29 de septiembre de 2015

Ciudad Hidalgo, Taximaroa "Lugar de carpinteros"


En Michoacán, muy cerca del territorio de la mariposa Monarca, se encuentra Ciudad Hidalgo, cabecera municipal y núcleo económico de la región. Se localiza a 102 km, de la capital del Estado y a 47 de Zitácuaro.


El origen de los primeros pobladores se remonta a épocas prehispánicas. Los antiguos bosques de Taximaroa, "Lugar de carpinteros" en el oriente michoacano han sido testigos milenarios del tránsito de distintas culturas; desde pueblos Chichimecas y Toltecas que transitaron y explotaron la región, hasta el asentamiento de la cultura Purépecha quiénes establecieron y defendieron los límites de su imperio, el único que no lograron dominar otros pueblos, incluidos  los Aztecas.

Llegó a ser una importante ciudad satélite de la cultura Purépecha y dio origen a lo que hoy conocemos como la cabecera municipal. La región, destaca por sus recursos naturales, su cultura y la gente que transforma los elementos y les da vida con sus manos. Actualmente es el epicentro comercial más concurrido de la zona. Cuenta con una importante actividad agrícola y ganadera. La industria forestal está ampliamente desarrollada en sus distintas vertientes, desde la producción forestal, hasta la elaboración de productos y muebles con calidad de exportación. 


La comarca cuenta con diversos atractivos turísticos naturales entre las que destacan las presas de Sabaneta, Mata de Pinos y Pucuato se localizan al sur de la ciudad (a 10, 30 y 32 km, respectivamente). Dando forma y vida, al llamado: "corredor turístico", conformado por un recorrido en carretera entre dichas presas. Además muy cerca también se encuentra la zona geotérmica de los Azufres, explotada por la CFE y que abastece de energía eléctrica a gran parte del estado.


lunes, 7 de septiembre de 2015

Ciudad de México

La ciudad de México, por sí misma es un viaje completo. La riqueza social y cultural del México del siglo XXI se fusiona y contrasta en "El ombligo de la luna". Una metrópoli tumultuosa, con infinidad de facetas y frecuentemente con muy poca calidad de vida por la prisa, la distancia, la contaminación o el estrés de alguien cansado a nuestro alrededor.

No es la primera vez que observo de cerca la histeria colectiva y la desconfianza que se asienta en los sistemas de transporte; donde se mezcla con los aromas a sudor, tacos, perfumes baratos, música estrepitosa que tratan de vendernos y que nos duele, y todo ello contribuye a construir y  delimitar una gran paranoia de la que todos participamos. He vivido cortas temporadas, y he sido viajero en tránsito innumerables veces. Me he involucrado en la dinámica de la ciudad de distintos modos, la he visto, amado y odiado desde diferentes ángulos, como a cualquiera que disfruta y padece al monstruo en el que habitamos. Caminando al mismo ritmo, con los mismos miedos, con las mismas necesidades, con el anonimato de las personas que habitan las grandes urbes. Con el anonimato que permite ser uno mismo, porque al mismo tiempo, uno no es nadie. Las imágenes de la diversidad caminan todos los días construyendo murallas de gente que respira, ama y trabaja sobre unas calles históricas que nos permiten percibir nuestra pequeñez en el tiempo.

La Ciudad de México es como un catálogo viviente del México en el que crecimos, no en vano es la ciudad con mayor flujo de migración interna en el país, la política tiene su cúpula y conviven culturas, credos, ideas y relaciones comerciales y sociales de todo tipo.  



 Los contrastes en las calles y entre su gente no terminan nunca, al contrario, se enciman, evidencian y multiplican los opuestos que forman el ser humano como individuo y sociedad. La capital sufre la mayoría de los problemas que aquejan a México y los propios de las grandes capitales. No obstante también goza de las ventajas de la sociedad moderna, en las que se fusionan diversas culturas a la luz de la infraestructura de la civilización contemporánea.


Cacaxtla, “Lugar donde muere la lluvia en la tierra”


Con un nombre por demás poético, en el estado de Tlaxcala, se encuentra la zona arqueológica de Cacaxtla, “Lugar donde muere la lluvia en la tierra”. Muy cerca de San Miguel del Milagro, en el municipio de Nativitas, entre otros conjuntos arqueológicos de orígen Olmeca se encuentra un fabuloso complejo ritual y palaciego en el que sobresalen debido a su estado de conservación,  los frescos y murales que adornan la construcción de más de mil años de historia.

Su ubicación, es estratégica e inmejorable, al encontrarse sobre una colina que  permite una magnífica vista del valle de Puebla, y el altiplano de Tlaxcala desde el mismo lugar. A poca distancia, en un cerro cercano se alcanza a divisar una de las pirámides del conjunto denominado Xochitécatl, compuesto por cuatro pirámides. La zona aún está sembrada de amaranto, cultivo prehispánico de gran importancia en la economía local y que como las ruinas del palacio sobrevive a pesar del mal tiempo y los saqueos.

Apenas  llegar a Cacaxtla se siente la tranquilidad del pueblo, el aire fresco y el paisaje verde dan la bienvenida al lugar. Los habitantes acostumbrados al turismo son amables y su risa fácil, nos contagió alegría. Caminamos drante un par de horas en los que compartímos puntos de vista y admiración de la fuerza creativa del hombre a través del tiempo. Cuando vemos cómo vivieron nuestros antepasados, resulta más fácil imaginar su vida, sus pasiones, sus necesidades y ese influjo que los hizo mover piedras y montañas para alzanzar a los dioses.


Es evidente el cuidado que se tiene para la conservación del lugar en el que han colocado una gran nave que cubre el recinto, de tal modo se evita la erosión natural provocada por los elementos. Gran parte del recorrido está cubierto y delimitado por una estructura de madera, que evita daños provocados por los visitantes.

Visitamos el museo de sitio un domingo, día en el cuál está exento el pago de la entrada al lugar. Viajamos en coche desde la ciudad de Puebla con nuestros amigos Lalo, Claudia y Viry, nos ha tomado menos de una hora llegar, pues se encuentra relativamente cerca de la carretera México-Puebla.

Cantona, "La casa del sol"


En estado de Puebla, cerca de la frontera con Veracruz, se encuentra la zona arqueológica de Cantona, "La casa del sol" es un formidable emplazamiento arqueológico donde es posible observar los vestigios de una cultura imponente; en una de las ciudades erigida por los grupos Olmeca - Xicalanca como centro urbano y punto control de diversas rutas de comercio provenientes del centro y con destino al golfo de México.
     Actualmente el recinto se encuentra resguardado por el INAH, institución que se encarga de la concervación del lugar y ha construído un bonito museo de sitio desde el que ofrece información y diversos servicios al visitante. Cuenta con innumerables objetos encontrados en la zona, así como réplicas y reconstrucciones realizadas por el personal del lugar. En Cantona es posible caminar horas sobre sus calles empedradas y detenerse en las plazas públicas o sobre las pirámides; desde donde  se disfruta de una espléndida vista que deja admirar el paisaje en el que es evidente el paso de los siglos y  las vidas acumuladas de las personas que labraron la piedra y hace que nos maravillemos con los vestigios de la energía depositada en el ejercicio de construír para vivir.






      
   La ciudad de Cantona fue el centro político que controló y distribuyó los recursos de la Sierra Madre Oriental, y rafirmó su influencia a través de las rutas de comercio entre el golfo y el interior de mesoamérica. En el emplazamiento se han descubierto más "canchas de juego de pelota" que en cualquier otra urbanización del México prehispánico. Hasta el momento veinticuatro edificios con esas características, innumerables patios y explanadas, así como magníficas pirámides que onstatan su grado de civilidad y la influencia que aportaban al mapa político de las culturas mesoamericanas hacia el año 1000 D.C.