jueves, 29 de mayo de 2014

Museo Amparo de Puebla

Un fin de semana a principio de mayo por la tarde en el “Museo Amparo” en Puebla con los amigos. Ha venido Javier a visitarnos de a ciudad de México y hemos pasado la tarde en el museo. Aunque ya había tenido la ocasión de disfrutar el recinto con anterioridad, no tenía el gusto de conocer la hermosa terraza que permite ver el ocaso frente a la arquitectura virreinal en el centro histórico de la ciudad.

Tuvimos suerte, al llegar pudimos contemplar el atardecer, después de una tarde lluviosa desde la terraza. El crepúsculo nos regaló una luz suave que nos alumbró pacientemente las sonrisas. Bromeamos y sonreímos, mientras tomamos fotos de la amistad, de la camaradería en una tarde lluviosa compartiendo un sitio en el mundo. Haciendo de la luz recuerdos.

En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?Pero el principito no respondió. 

                                                                Antoine de Saint Exupéry --El Principito

Una puebla de los Ángeles desde otra perspectiva. Un atardecer de esos en los que no son necesarias las palabras. En las que el viento nos arrastra de otro modo. De frene el crepúsculo y detrás las sonrisas de la amistad.

Uno más de esos días que se nos van de tarde en tarde...

viernes, 28 de febrero de 2014

Tecali de Herrera



Bajo el cielo de Tecali, las manos de los pobladores, le sacan luz a las piedras. Tecali es un pueblo más de ese México de calles sin pavimentación, de servicios básicos, de gente sin prisa. También es parte de ese país de contrastes con casas grandes y chicas, con coches pobres y choches lujosos. Un pueblo en el que la economía local proviene del subsuelo, de la extracción y la talla de piedras.


Tecali, hace honor a su nombre “casas de piedra” pues proviene de los vocablos  tétl (piedra) y calli (casa) de origen Nahuatl. Se localiza en el centro del estado en el extenso valle de Tepeaca.
En sus calles, se abren las puertas de las casas  para ofrecer los productos de ónix y de mármol. Es un pueblo tranquilo en el que se puede pasear sin prisa.  Gozando de sus calles amplias, sin apenas evidencias de contaminación visual y auditiva.
Piedras de Ónix talladas a mano, son la materia prima de lo que subsiste el pequeño pueblo. Desde piedras sin tallar que funcionan como pisapapeles hasta tallas de gran tamaño con calidad de exportación. Lámparas, cubiertas para muebles, pisos, son solo ejemplos de la diversidad de piezas que producen sus artesanos que viven del color y la textura de las piedras.

En el centro del pueblo, frente a la plaza; se encuentra en antiguo templo franciscano del siglo XVI del cual sólo queda el casco del que fuera un esplendoroso templo en pleno valle de Tepeaca.